Me despierto
a los 11.1 grados centigrados de temperatura de esta noche con un té
en la mano. Después de años de estar encerrado en mis 8 horas de
sueño diarias abro los ojos. Sé que tengo una cicatriz en la frente
que me recuerda los beneficios de la personalización. Tambien sé
que lo que estoy a punto de ver lo voy a poner a la mitad de la linea
que hay entre el extremo “nunca se ha visto” y el tradicional
“siempre ha sido así”. Nada es tan nuevo, nada es tan antiguo.
Nadie es tan viejo para ser sabio, nadie es tan niño para no
necesitar vivir. Tomo estos tres pensamientos con mi mano izquierda,
los apretó a ver si algo se asoma, regularmente se obtiene un
populista. Pero no, como siempre solo unas boronas recubiertas de
desilusión brotaron. Son apenas un poco mas pequeñas que la canica
que se formaría de la reunión de la justicia que hay en el mundo.
Me aterrizaron unas cincuenta en la mano. Miro a otra parte. De la
nada, es decir del pasado, un papel se despliega en la otra mano. Es un
manifiesto, es decir, un periódico del año 1915. No hay ningún
dibujo, pero se llama El Grafico. Un tal Jack firma y afirma lo
siguiente :
“Principia
a acentuarse el abstencionismo electoral que alcanza ya proporciones
mayores que en otras épocas ; el retraimiento de los ciudadanos para
acercarse a las urnas es manifiesto. Poblaciones, provincias enteras
se abstienen de sufragar, como aconteció aquí en Cundinamarca con
la de Ubaté, que da una buena proporción de votos, y como ocurrió
igualmente en muchas otras partes. Y en donde se votó, el numero de
sufragantes fue tan reducido que no llego a la mitad de los vecinos
inscritos.
Y nada tan
perjudicial como el alejamiento de los ciudadanos de las luchas
cívicas. Nada que ponga tan en peligro la suerte de la nación como
el desapego que empieza a sentirse por lo que a la política atañe,
desapego que amenaza echar hondas raíces en el país. Tenemos graves
y múltiples problemas que confrontar. Afuera, los vecinos de uno y
otro lado avanzan sobre nuestras fronteras, invaden las regiones mas
ricas de nuestro territorio, obstaculizan nuestro comercio. Adentro,
la crisis fiscal puede tener proporciones enormes ; la instrucción
publica se halla, casi en su totalidad, especialmente la primaria, en
manos de institutores extranjeros que, si muy competentes, no pueden
despertar en el corazón de los pequeños ciertos sentimientos que
vienen a ser lazos estrechos de la nacionalidad, y a mas no se la
orienta por nuevas sendas y los métodos de enseñanza rutineros
persisten a despecho de las reformas que en otras partes se realizan
; la reforma militar está herida de muerte y la preponderancia del
elemento retrogrado es cada vez mayor. Y es en estos momentos que el
país, poseído de lamentable abulia, mira con criminal indiferencia
la suerte futura de la nación y deja la formación de las Cámaras
legislativas en poder de los mas audaces.
Pero en
mucho la apatía para acercarse a las urnas tiene fundamentos que si
no la justifican, si la exculpan en parte. La designación de
candidatos no es, en verdad, satisfactoria. La política de
camarilla, el caciquismo, los intereses creados alrededor de ciertos
nombres ponen el desengaño y la desesperanza en los corazones
patriotas. Valdría la pena que se escribiera el manual del perfecto
candidato. Y duele pensar que el mal no es de ahora y que sin embargo
no se le busca remedio. Convendría meditar en estas palabras de
Herbert Spencer, el egregio filosofo inglés a las que presta
actualidad el debate pasado : « Los consejeros municipales (y
en general todos las (sic) elegidos popularmente) no se distinguen
por lo elevado de su inteligencia ni por la integridad de su
carácter. Son en su inmensa mayoría nulidades, con alguno que otro
hombre de valía entre ellos. Hay jueces competentes que opinan que
el nivel medio de las nuevas corporaciones es inferior al de las
antiguas. Como sabe todo el mundo, la elección depende
principalmente de las opiniones políticas. La primera pregunta que
se dirige a un candidato, no atañe a sus conocimientos, juicio o
capacidad para los negocios, ni si posee la aptitud especial que
reclama el desempeño del cargo a que aspira, sino a si es liberal o
conservador. Aún después de aprobadas sus opiniones políticas, no
deciden la designación la rectitud y la habilidad reconocidas ;
puede mas la amistad con la agrupación dominante. Algunos prohombres
que tienen probablemente la costumbre de verse en el hotel principal,
unidos más por la fraternidad de la mesa que por la comunidad de las
ideas, discuten los méritos de los candidatos, pronunciándose a
favor de estos o de aquellos. En esta deliberación, que ameniza el
grog, es realmente donde se verifica la designación de candidato, y
por consiguiente, la elección. Son preferidos naturalmente los que
se someten, a este estado mayor, los que ajustan su opinión al
diapasón del partido. Los hombres excesivamente independientes para
resistir esta imposición, aquellos que ven bastante claro para
aceptar tal tutela, o cuya delicadeza no les permite identificarse
con los « alegres compadres » que gobiernan la población,
son postergados, sin que importe que sean mas aptos que los otros
para el cargo. Por lo tanto, llegan rara vez los mas capaces a formar
parte de la corporación municipal, bien a causa de las influencias
ocultas que dirigen la elección, bien por su propio desistimiento,
hijo del disgusto que les causa tal estado de cosas »
… Tenemos
que anotar con gozo que en esta ciudad el Ejército se abstuvo de
votar. He ahí una abstención eleccionaria que merece sincero
aplauso y ojalá se haya imitado en todo el país.
Sustraer
al soldado de las luchas políticas, apartarle de las ruines batallas
que pelean los hombres y que presiden el odio y el engaño, es
enaltecerlo. Nosotros quisiéramos que el Ejército, guardián del
honor nacional, depositario de la paz pública, se mantuviera lejos
de las luchas que empequeñecen ; así como también quisiéramos que
los sacerdotes, depositarios sagrados de la paz de las conciencias, a
quienes el cristo confió la mas alta misión sobre la tierra y que
guardan las llaves del cielo, se alejaran de las lides terrenas y
pusieran todas sus energías en cumplir el mandato divino de
establecer el reinado de Dios entre los hombres. Que los simples
ciudadanos salgan al estadio a disputarse el triunfo, pero alejemos
de las urnas a los soldados y a los sacerdotes que aseguran la paz de
las almas y la de la república y así la patria no tendrá que
demandarles que se apartaron del camino que les enseña el honor y
les marcó el Maestro ». Jack ».
Lo
pliego de nuevo. Lo guardo en un blog a la altura de los ojos para
que nadie pueda verlo. A quien le importa. Recordé que hay muchos sabios y muchos niños
por ahí iluminando a todos los otros para que no sigan su propia fe sino
que abran los ojos. Ya no escucho muy bien lo que dicen, me duermo
una vez mas. Hasta mañana.
Georges Brassens. La mauvaise reputation.
Paco Ibañez. La mala reputaciôn.
Nacha Guevara. La mala reputaciôn.
Luis Rueda. La mala reputaciôn.
perdió mi candidata pero gano mi voto en blanco. qué gane?
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